

Un Salto de Fe: Cuando el Amor Vence los Miedos del Pasado.
El amor, tan impredecible y difícil, nunca sigue exactamente el camino que alguna vez planeamos juntos. Cuando conocemos a alguien, no podemos prever la intensidad de lo que llegaremos a vivir con esa persona, y a menudo, los miedos se interponen. Nos asusta el apego emocional, ese lazo invisible que nos une de manera tan profunda. Sin embargo, decidimos dar el paso, un salto de fe que a veces se siente como lanzarse al vacío sin un paracaídas. Con el tiempo, descubrimos que esos temores, moldeados por las heridas del pasado, eran infundados, y empezamos a volar de la mano del calendario, acumulando momentos inolvidables.
Pero la vida tiene formas extrañas de desafiar lo que creíamos seguro. Las grietas, imperceptibles al inicio o simplemente ignoradas, comienzan a aparecer y a resquebrajar lo que alguna vez fue un gran amor. La convivencia, las decisiones no tomadas o mal tomadas, las palabras no dichas o mal dichas, y sin duda alguna, el orgullo, erosionan las bases que alguna vez sostuvieron nuestra relación. Y aunque al principio intentamos mantenernos a flote, llega un momento en que todo se desploma, dejando sólo los restos de lo que alguna vez fue.
El adiós llega inevitablemente, doloroso y cargado de despedidas no deseadas. Todo aquello a lo que huimos en un inicio, los miedos a perder, a caer, finalmente se materializa de la manera más cruel. El salto al vacío sin paracaídas, que una vez fue valiente, ahora nos deja tocando el suelo con un golpe que nos destroza. Nos quedamos con los pedazos de lo que fuimos, sin saber cómo reconstruirnos, enfrentando la dolorosa realidad de que, a veces, el amor también significa perderse en el intento de ser felices.
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