

Éramos Todo: Cuando el Amor Nos Hacía Invencibles.
Hubo un tiempo en que fuimos todo el uno para el otro. Nos entendíamos sin necesidad de palabras, y el amor fluía con naturalidad, llenando cada rincón de nuestras vidas. Los momentos compartidos parecían eternos, y el mundo se hacía pequeño cuando estábamos juntos. Eras mi refugio, mi confidente, la persona con quien podía ser completamente yo mismo, y en ese amor nos sentíamos invencibles, como si nada pudiera separarnos.
Con el tiempo, comenzaron a surgir dificultades, tropiezos que nos hicieron tambalear, pero siempre creímos que podíamos superarlos. Nos esforzamos por mantenernos fuertes, buscando soluciones y prometiéndonos que lo lograríamos. Cada desacuerdo, cada herida parecía tener un parche, y aunque no todo estaba bien, seguimos avanzando, convencidos de que el amor era suficiente para sanar lo que se rompía. Pero sin darnos cuenta, esas pequeñas fisuras fueron creciendo, y en lugar de sanar, acumulamos resentimientos.
Hoy, volvimos a ser dos extraños. El trato se volvió frío, distante, casi formal. Ya no hay palabras de amor, solo silencios prolongados que pesan más que cualquier discusión. Las miradas que antes eran complicidad ahora se sienten vacías, y esa cercanía que tanto apreciábamos se ha transformado en lejanía. No sé cuándo nos alejamos tanto, o tal vez si, y duele saber que, de un amor tan profundo, hoy solo quedan vestigios de lo que fuimos, cada uno perdido en su propio rincón.
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