57. Finjo Ignorar las Señales, Pero las Siento en Silencio.

Finjo Ignorar las Señales, Pero las Siento en Silencio.

Callo para no sumergirme en una discusión que, en el fondo, ya sé que no llevará a ningún lado. Es más fácil mantener la calma, aparentar que todo está bien, y hacer como si todo fuera tal cual. Me convenzo a mí mismo de que lo que dices suena coherente, de que tus explicaciones tienen sentido, pero no puedo ignorar lo que es evidente, lo que siento. Cada silencio tuyo se extiende como una distancia insalvable entre los dos. Esa foto que siempre envías de tus ocupaciones, nunca llegó, es solo un detalle más, pequeño pero revelador. Son esas pequeñas omisiones las que gritan más fuerte que tus palabras.

No te lo voy a decir, no quiero comenzar otra discusión innecesaria. Tal vez prefiero callar, y evitar el desgaste. Me quedo en silencio, fingiendo que todo está bien, que todo es convincente, aunque por dentro algo se va quebrando. Callaré por no vivir el caos de la confrontación, por no lidiar con esa sensación de incomodidad que parece inevitable. Fingiré que te entiendo, que confío en lo que dices, pero cada vez te entiendo menos.

Y aunque no lo veas, con cada gesto tuyo, con cada evasiva, nos vamos alejando poco a poco. Sin querer, te veo más lejos, más difusa, confusa, un poco menos la persona que una vez significó todo para mí. Me doy cuenta de que no eres real, o simplemente no quise verlo así. Sea lo que sea, cada día lo entiendo más, aunque prefiera no hablarlo. Prefiero guardar silencio y dejar que el tiempo haga su trabajo, cuando el alejamiento sin buscarlo sea menos tácito, hasta que tal vez un día ambos seamos completos extraños.

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