

La Melancolía del Amor Inalcanzable.
El amor, dicen, es un enigma que envuelve el alma y a veces la consume. Pero, ¿cuál fue el pecado que cometí para merecer este castigo de anhelar lo que difícilmente puedo tener? Quizá, el único error fue entregarme sin reservas, confiando en que el amor es la respuesta a todas las preguntas. Ahora me pregunto si ignorar mi aversión al riesgo o mi ingenuidad lo que me ha condenado a esta melancolía que parece no irse. La espera por un amor lejano es una cicatriz que nunca se cierra, y en cada latido del corazón me pregunto si la felicidad realmente existe, o si es solo una quimera que se esconde tras los momentos más efímeros.
A veces, ser completamente feliz parece un concepto lejano, como una estrella que, aunque brille, está fuera de nuestro alcance. Quizá la felicidad no es un estado constante, sino algo que solo ocurre en matices, en intermitencias. ¿Es acaso una emoción que solo podemos experimentar en fragmentos? Tal vez la vida está hecha de pequeñas dosis de felicidad, y en medio de esos destellos, el dolor y el deseo nos mantienen alerta. ¿Por qué el amor debe ser tan difícil? ¿Por qué está lleno de barreras que parecen infranqueables? A veces, la lucha por ese amor se convierte en una batalla perdida, donde cada intento solo agranda el abismo que separa el deseo de la realidad.
El amor, en su esencia, debería ser sencillo, pero las circunstancias lo llenan de complejidades. Amamos no solo a la persona, sino también la idea que nos hemos forjado de ella, y en esa ilusión nos aferramos, esperando que algún día las estrellas se alineen a nuestro favor. Pero la verdad es que el amor no promete nada, no ofrece garantías. Y aquí me encuentro, atrapado en un juego de emociones contradictorias, donde la esperanza de estar juntos algún día es tan fuerte como el miedo de que ese día nunca llegue.
¿Por qué, entonces, seguimos persiguiendo lo que parece inalcanzable? ¿Es el amor una trampa, o simplemente es nuestra naturaleza humana la que nos impulsa a aferrarnos a lo que no podemos tener de la forma que deseamos? Quizá el amor no está en lograr lo que deseamos, sino en aprender a vivir con lo que no podemos cambiar. Quizá el verdadero pecado no es haber amado, sino haber esperado que el amor me hiciera invulnerable al dolor. Pero, en el fondo, tal vez amar a alguien en medio de las circunstancias difíciles que nos haya tocado sea la única manera de mantener viva la esperanza, aunque esa esperanza no sea más que una forma de prolongar la nostalgia.
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