Extraña cosa es el amor
Tan diverso y convexo como las historias que existen por contar. Lo encontré un día sin querer, mientras lo dibujaba en mis pensamientos, y lo perdí entre las complejidades de los días. Reí de alegría cuando era mío, sin prever que su ausencia cobraría factura con llanto al extraviarlo.
Es extraña cosa el amor: me aferro a él, buscándolo en mis orígenes, pero con la angustia de encontrarlo cambiado, distante, diferente a como lo viví una vez. Complejo y contradictorio aveces, el amor se desgasta en las aflicciones, contrastando recuerdos de días inolvidables, con las promesas rotas de senderos conjuntos y futuros soñados de la mano.
Es extraño el amor que, en medio de los problemas, sucumbe, dejando tras de sí sentimientos de devastación y lágrimas que parecen no tener fin. Ahora me pregunto: ¿Era verdadero ese amor? ¿O fue solo un espejismo que alimentó las ilusiones?
Porque el amor verdadero no debería destruir, sino construir; no debería dejarnos llorando por su ausencia, sino luchando por mantenerlo vivo.
Al final de todo, no son las promesas las que valen la pena; son las decisiones verdaderas, en hechos que reflejen su autenticidad.
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