Cuando estés triste, escribe de tu tristeza o de cualquier tema; deja que las palabras sean el puente entre lo que sientes y lo que no logras entender. Si la tristeza persiste, sigue escribiendo, permitiendo que cada línea te conecte contigo mismo. Y si al final no logras aliviar el peso de la nostalgia, al menos habrás creado algo: un conjunto de páginas que podrían ser un libro, una obra que transforme lo que llevas dentro en algo que otros puedan leer y quizá encontrar algún refugio.
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