En un paradero donde nuestras miradas se cruzaron, el mundo pareció detenerse, incluso hablamos por primera vez. Montañas se pusieron entre los dos, pero nada podía separarnos en ese momento de amores morados, tan intensos como los atardeceres que compartimos al son de una llamada. Como gaviotas enamoradas, encontrábamos la excusa perfecta para decir que nos buscaríamos en cada una de nuestras vidas.
Tu nombre, siempre acompañado del mío, resonaba en mi corazón como una melodía constante. Pero las despedidas llegaron, rompiendo el alma en mil pedazos, dejando tristeza de ausencias tan infinitas, que las palabras no pueden expresar.
Copyright © Since 2024 Letra Morada