108. Vive en mi


Letra Morada

Con ella nunca me importó nadie más. Ella era mi todo, en ella tenía puesta mi vida. En ella y solo en ella quería renacer cada día. Ella fue mi cómplice, mi amiga, mi amor. Tenía las palabras exactas para cuando sentía que algo iba mal y un toque de ternura que iluminaba mis días grises. Sus mensajes eran el latido constante que me daba vida, y cada vez que dejaba de saber de ella, moría un poco por dentro. Ella ponía una toque de "Guantanamera" en mi vida con sus historias diarias. Y aunque al final casi dejó de compartirlas, en mi memoria siguen resonando aquellos momentos en los que hablaba sin parar, llenando de alegría cada rincón de mi tiempo.

Guardo en mi mente las iniciales que un día pintó en una ventana, los zapatos morados que la hicieron sentir enfadada y algo estafada, nuestras manos entrelazadas por un simple reel. Me acuerdo de sus distracciones frente a Google Maps. Aquellas noches largas en las que se iba la madrugada entre nuestras conversaciones, en las que era su único confidente. Sus mascotas, que a veces me perturban en noches de insomnio y sus caminatas nocturnas, bien o mal paorvechadas para conversar lejos de todo el mundo, por qué ese mundo no quería que estemos juntos.

Recuerdo el lugar donde probamos un helado rosado que no pudo terminar, las despedidas tristes, y la última, en la que no logró camuflar un dulce entre mi maleta. En mi recuerdo quedan sus sueños, sus pestañas rizadas y aquel lugar que solo nosotros sabemos dónde encontrar.

Se que no la dejaré ir nunca, porque sigue viva en mis pensamientos, en cada rincón de mi corazón. Aunque nunca quise que se marchara, solo me queda pensarla y echarla de menos, mientras sus huellas permanecen en mí.

Blue

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